Antonio Gritón

XOCHICALCO

 

Xochicalco; acrílico, óleo e impresos sobre tela; 160 x 170 cm; 2022

 

I

Mayo de 1962, Residencia Oficial de Los Pinos

Ya estaba anocheciendo y en la lejanía se escuchaba aun la marimba, casi todos los asistentes a la comida hace rato que se habían ido, solamente quedaban algunos senadores y sus risotadas azuzadas por los jaiboles se escuchaban hasta la fuente dónde se encontraban los tres , en silencio y envueltos por por los sonidos nocturnos del bosque de Chapultepec. Adolfo le dió un trago a su whiskey y les dijo a Gustavo y Luis: ya me tiene encabronado. Les dió la espalda, aventó el vaso contra unas piedras y se fue alcanzar a Ana Bertha para que no se fuera. De la residencia oficial de los Pinos salieron minutos después Gustavo Díaz Ordaz, secretario de gobernación, y Luis Echeverría Álvarez, subsecretario de gobernación. Por el periférico se hacían apenas seis minutos al campo militar número uno, el acuerdo estaba hecho, había que matar a Rubén Jaramillo.

II

Siempre!

Rubén Jaramillo, quien naciera en 1900 en Xochicalco, Morelos, luchó en las tropas de Emiliano Zapata. A la muerte de éste y aun después del triunfo de la Revolución, siguió combatiendo a caciques y hacendados que se oponían al reparto de tierras. Se sublevó y huyó a las montañas hasta que el gobierno de López Mateos lo amnistió. No obstante, militares y civiles lo asesinaron.
La prensa nacional, en su inmensa mayoría aliada y subordinada a los poderes gubernamentales, y que calificaba al líder Jaramillo y a su movimiento rebelde de “comunista” y “revoltoso”, calló y quiso ocultar el crimen, que fue no sólo contra el dirigente agrarista, sino contra su mujer embarazada y sus tres hijos. Cinco vidas segadas y la abrupta interrupción de una más en gestación. Al momento de recibir la amnistía del gobierno del presidente López Mateos, se le dijo a Jaramillo que su vida y la de su familia no corrían peligro.
Pero no todos los medios guardaron silencio. Ni Siempre!ni La Cultura en México pasaron por alto la matanza de la familia Jaramillo. Siempre!, en un editorial dejó sentada su clara posición. El solo título del editorial -número 467, 6 de junio de 1962-, lo decía todo: “Ni tolerancia, ni silencio: justicia!”.
Y el suplemento fue más lejos. En su edición del 11 de julio de 1962, publicó Un día en la tierra de Zapata. Testimonios sobre la vida y la muerte de Rubén Jaramillo. El reportaje, de cuatro capítulos, lo firmaron Fernando Benítez -“En el hogar aniquilado”-, León Roberto García -“Hablan los campesinos”-, Víctor Flores Olea -“La mano en la herida”- y Carlos Fuentes -“Xochicalco, altar de la muerte”.
Un día en la tierra de Zapata… es, en esencia, una larga crónica que da voz a familiares y amigos de Jaramillo, quienes a través de las plumas de los reporteros de La Cultura en México dieron santo y seña del atroz crimen.
Una sombra de sospecha recayó sobre el gobierno de López Mateos como responsable directo o indirecto de la muerte violenta de Jaramillo. El crimen quedó impune.

La Mano Amiga de Adolfo López Mateos

III

23 de Mayo

A los ocho días de haber llegado Rubén a Tlaquiltenango, el miércoles 23 de mayo de 1962 a las 14:00 horas, cinco pelotones de soldados pertenecientes al cuerpo de guardias presidenciales (55 hombres armados con fusiles de asalto reglamentarios y ametralladoras), en dos vehículos blindados y en varios jeeps provenientes del cuartel de Agua Hedionda, dirigidos por el sargento Manuel Justo Díaz, rodean la vieja casa marcada con el número 14 de la calle Mina. Junto con ellos se encuentran por lo menos 10 agentes de la Policía Judicial Federal (además de un número indeterminado que se encontraba destacado en Cuernavaca) y pistoleros. En esa dirección se encuentra Rubén, Epifania, Rosa García Montesinos (de 80 años de edad, madre de ésta última), los hijos adoptivos de Jaramillo: Ricardo, Raquel (junto con sus tres hijos menores: Rogelio, Fidencio y Fermina, de seis, cuatro y 18 meses de edad respectivamente) y Filemón Jaramillo Zúñiga, así como la esposa de este último de nombre Marcelina García.
Lo primero que hace el ejército es amedrentar a los vecinos, ordenándoles que nadie saliera, pues se temía que la gente defendiera a Jaramillo. “Los solados tocaron a la puerta y abrió Filemón, hijo de Jaramillo. Al intentar impedirles la entrada fue golpeado y le rompieron la nariz. El comandante les dijo a los soldados que ‘todavía no’. Mientras tanto, Raquel, otra hija, huyó por la parte de atrás de la casa.” (Hubert C. Grammont, pág. 272; Política, 52, págs. 7 y 8; El Universal, mayo 24 de 1962.) De nada sirvió el amparo que portaba Rubén Jaramillo. “--No compliques más las cosas. A Rubén sólo nos lo vamos a llevar a Cuernavaca para que hable con el general, y estará de regreso a Tlaquiltenango en media hora, a más tardar. “Mi padre se mostraba renuente a salir acompañado del grupo de asaltantes, porque, no habiendo cometido falta ni delito alguno, no veía motivo por el cual tuviera que aprehendérsele. Ante su negativa, los asaltantes rodearon a mi padre y a empellones lo obligaron a salir, haciendo lo mismo con mi madre y mis hermanos, que hacían lo posible por evitar la consumación del atropello…” (“Dicen que Rubén Jaramillo…”, Punto Crítico, pág. 45) […] Tan rápido y sorpresivo es el operativo policíaco-militar que los campesinos no tienen tiempo ni para proteger a su líder, ni para seguir al convoy. Siendo golpeados, Rubén, Epifania y sus hijos Ricardo, Enrique y Filemón son introducidos a un carro color plomo sin placas. […]
“El día que mataron a Rubén Jaramillo, Lázaro Cárdenas le había mandado dinero para que se fuera a Zihuatanejo y el recado de que saliera de Tlaquiltenango. El contacto era una señora conocida como Doña María. Doña María tenía 120 años, llegó a Tlaquiltenango a las tres de la tarde… y a Jaramillo se lo llevaron los soldados a las dos.”
(“Dicen que Rubén Jaramillo…” Op. Cit., pág. 46) Al llegar al entronque con la súper se les unió al convoy otro coche que ordenó los llevaran a las ruinas de Xochicalco. “El automóvil… en el cruce, se desvió de la ruta a Cuernavaca, donde decían llevarlos, y tomó la de Xochicalco. Jaramillo trató de levantarse mientras el auto aceleraba; entonces recibió el primer culatazo, pero no cayó, sostenido de los brazos de su mujer, Epifania; entonces Filomeno, el hijo, desafió con su voz agresiva a quienes ya no ocultaban sus propósitos criminales. “—Cállate, chamaco, o te cortamos la lengua. “—Mejor se la llenamos de tierra. “A pesar del dolor del golpe, Jaramillo no cerró los ojos; necesitaba tenerlos abiertos para ver, hasta el final, la tierra que pasaba ardiente, iluminada por el sol de la tarde. “¡Cuántas veces al regresar al monte, al acudir al caballo y el fusil como única defensa y la de los campesinos que creían en él, había dicho: ‘Esta vez ya mero nos avanzan!’ Ahora sí lo habían avanzado, lo habían capturado. Lo llevaban con su mujer embarazada y sus hijos, creyendo que si los exterminaba a todos no quedarían Jaramillos capaces de seguir la lucha. No sabían que la muerte de cinco Jaramillos eran el mejor abono para la vida y la acción de 500, cinco mil nuevos Jaramillos…” (Homero Alemán, “Rubén Jaramillo. Los ruines de Xochicalco” en Mira, vol. 3, número 117, 25 de mayo de 1992, página 20.)
Conducidos a las ruinas de Xochicalco, los secuestrados son asesinados. “Los bajan a empujones. Jaramillo no se contiene; es un león del campo, este hombre de rostro surcado, bigote gris, ojos brillantes y maliciosos, boca firme, sombrero de petate, chamarra de mezclilla; se arroja contra la partida de asesinos; defiende a su mujer y a sus hijos, sobre todo al hijo por nacer; a culatazos lo derrumban, le saltan un ojo. “Disparan las subametralladoras Thompson.
Epifania se arroja sobre los asesinos; le desgarran el rebozo, el vestido; la tiran sobre las piedras; aún vivo, toman puños de tierra, le llenan la boca de tierra. Ahora todo es rápido: caen Ricardo y Enrique acribillados; las subametralladoras escupen sobre los cinco cuerpos caídos. La partida espera el fin de los estertores. Se prolongan. Se acercan con las pistolas en la mano a las frentes de la mujer y de los cuatro hombres. Disparan el tiro de gracia. “Otra vez el silencio de Xochicalco. “El auto arranca. “Los buitres aletean. Las cabras corren.” […] Aunque se aclara la forma, así como la identidad de los participantes, las investigaciones realizadas por la Procuraduría General de Justicia de Morelos nunca llegaron a una conclusión; antes de dos semanas se da carpetazo al asunto.” (Froylán C. Manjarrez, La matanza de Xochicalco, página 10)

Pirámide de Xochicalco

 

IV

Zósimo Camacho, escribe:


En el expediente –entregado a Contralínea por medio de la Ley Federal de Transparencia y Acceso a la Información Pública Gubernamental– se citan las palabras del teniente coronel Héctor Hernández Tello, subjefe de la Policía Judicial Federal: «Solamente se habrían cumplido órdenes del señor Presidente de la República».

Además, según el capitán Gustavo Ortega Rojas, jefe del Servicio de Seguridad Pública de Morelos, en declaraciones recogidas en una tarjeta informativa por espías de la DFS [Dirección Federal de Seguridad], señala que «los responsables fueron elementos de la Policía Militar, que realizaron el hecho acatando órdenes superiores». (1)

Poco después de ser conocido el crimen, Gustavo Ortega Rojas, Jefe del Servicio de Seguridad Pública del Estado de Morelos, declaró que la Policía Judicial Federal le había solicitado ayuda, antes, para aprehender «unos individuos peligrosos»; posteriormente se retractó de esta declaración. Por su parte, la Procuraduría General de la República, en un comunicado público, señaló que Rubén Jaramillo era, de hecho, un delincuente común y que «se dedicaba a cometer atracos a los vacacionistas, a quienes atacaba en las carreteras cercanas a Tetecala, Mazatepec y Cacahuamilpa». Otras acusaciones gratuitas venían contenidas en el texto.

Los grandes periódicos nacionales –como ya había ocurrido en 1961– iniciaron una amplia campaña de calumnias y denuestos en contra del líder campesino comunista; el que se llevó las palmas en la ofensiva amarillista fue el diario Excélsior, que en su editorial del 28 de mayo de 1962 afirmó:

Rubén Jaramillo, el siniestro personaje, que por mucho tiempo mantuvo en zozobra una vasta región del estado de Morelos… Jaramillo era un delincuente contumaz que asesinaba, asaltaba y robaba; un señor de «horca y cuchillo» que extorsionaba y sometía a su capricho a los ricos y a los pobres de la región que asoló… Bien puede decirse que al asesinarlo le pagaron con su propia moneda; aunque quizás no quepa pensar lo mismo de sus parientes, de quienes, sin embargo, se dice que tampoco eran «blancas palomas». (2)

Las declaraciones oficiales en torno al asesinato fueron muy contradictorias. El Departamento de Asuntos Agrarios y Colonización, queriendo justificar la acción represiva, llegó a caracterizar a Jaramillo de «indisciplinado» y de ser un elemento que «creaba problemas». Otras dependencias tampoco se quedaron cortas en la serie de acusaciones macartistas en contra del mártir agrarista.

Algunos de los directamente involucrados en la matanza, como el capitán José Martínez y el renegado Heriberto Espinosa (El Pintor) fueron tratados en forma cruel y salvaje: murieron acribillados el 5 de septiembre de 1962 en el estado de Guerrero, tal vez con el objeto de quitar de en medio a testigos incómodos.

Las fuerzas democráticas y de izquierda manifestaron su protesta. El PCM, el Partido Obrero-Campesino Mexicano, el Partido Popular Socialista, la Confederación de Jóvenes Mexicanos y la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México, entre otras organizaciones, demandaron esclarecer el crimen, castigar a los culpables y resolver los problemas agrarios acumulados en Morelos. Incluso formaciones de derecha como el Partido Acción Nacional y la Unión Nacional Sinarquista expresaron su repudio al homicidio colectivo.

Epifanía y Rubén Jaramillo

 

V

Decía Ramón Danzós Palomino que en 1961:

Al frente de cinco mil campesinos sin tierra, Rubén Jaramillo había ocupado los llanos de Michapa y El Guarín, en Morelos.

El verdadero problema en esto consistía en que la Secretaría de Recursos Hidráulicos tenía listo un vasto proyecto para irrigar aquellas tierras con aguas del Alto Amacuzac y del San Jerónimo. Al realizarse el proyecto, las llanadas que ahora se encontraban incultas y tenían escaso valor alcanzarían un precio elevadísimo. De este modo la zona de Michapa y El Guarín, una vez concluida la obra, se convertiría en el granero del estado de Morelos y del Distrito Federal. Naturalmente, había mucha gente interesada en adueñarse de esas tierras: funcionarios públicos enriquecidos, políticos influyentes y neolatifundistas.

Esto último fue el verdadero móvil de ese bestial asesinato de Rubén Jaramillo…

A lo señalado por Danzós sólo habría que agregar: en 1962 maduraban las condiciones para crear una organización campesina fuera de las centrales oficialistas, con un programa avanzado y con una política independiente y combativa. Jaramillo no estaba al margen de dicho proceso, sino al contrario, estaba inmerso en él. Por ello, con justa razón, al igual que los líderes campesinos comunistas Antonio Silva y Antonio Herrera, debe ser considerado como un mártir de la CCI, la cual se constituiría en el mes de enero de 1963, como resultado de la convocatoria expedida en octubre de 1962 por diversas organizaciones, entre las que se hallaba la Federación Revolucionaria Campesina del Estado de Morelos «Rubén Jaramillo». Además, el héroe de Xochicalco, al final de su vida, militó en el seno del PCM y el Movimiento de Liberación Nacional.

Con la muerte de Rubén Jaramillo Ménez, terminó el período de levantamientos armados continuadores de Emiliano Zapata y otros revolucionarios de los años 10. (12) El nuevo ciclo de la guerrilla rural mexicana arrrancaría el 23 de septiembre de 1965, con el asalto al cuartel de Ciudad Madera, Chihuahua, con Arturo Gámiz al frente; continuaría el 19 de mayo de 1967, al remontarse Lucio Cabañas a la sierra, tras la matanza de Atoyac de Álvarez, Guerrero, el día anterior; avanzaría el 22 de abril de 1968 con la fuga de Genaro Vázquez Rojas de la cárcel municipal de Iguala, Guerrero, y alcanzaría su punto más alto el 1 de enero de 1994, con la insurrección del Ejército Zapatista de Liberación Nacional en el estado de Chiapas.

Jaramillo y Zapata

VI

Tanalis Padilla: El Abrazo de Judas

Cuando Rubén Jaramillo decidió tomar las armas, en 1943, afirmó que lo hacía “convencido de que ante este gobierno, hablar en favor de los campesinos, como es digno, es un crimen.” Jaramillo llevaba varios años defendiendo los derechos de los cañeros del ingenio de Zacatepec donde, en 1938, había sido presidente del consejo de esa cooperativa. Pero a partir de 1940, sus gestiones se enfrentaban cada vez más a las represalias del gerente, cuyos pistoleros atentaron en varias ocasiones contra la vida del veterano zapatista.

Fue así como se inició el primer levantamiento armado de los jaramillistas, quienes inicialmente recurrieron a la clandestinidad como autodefensa, pero que se fueron radicalizando conforme se incrementó la represión del Estado. En varios momentos distintos y con estrategias diferentes, intentaron luchar por vías legales. En 1944, su líder aceptó la amnistía del presidente Manuel Ávila Camacho, y en 1958 de Adolfo López Mateos. Ambos mandatarios les otorgaron salvoconductos, pero ninguno se comprometió a aplicar reformas que cambiaran la situación que produjo el levantamiento. Esta falta de voluntad oficial repercutiría profundamente en la trayectoria del movimiento.

Jaramillo aceptó las amnistías porque consideraba que le otorgaban un espacio para ampliar su lucha. En 1945, por ejemplo, formó el Partido Agrario Obrero Morelense (PAOM), y al año siguiente se postuló para gobernador de la entidad. Pero ante esta movilización legal, sus seguidores enfrentaron un Estado que usó la fuerza ilegal, y la represión los llevó nuevamente a la clandestinidad. Fue hasta 1951 que Jaramillo regresó a la vida pública, optando, una vez más, por la vía electoral, y se vuelvió a postular para gobernador en las elecciones de 1952.

Pero la represión a esta campaña llegó con más fuerza. En los comicios del 52 los jaramillistas se unieron al general Miguel Henríquez Guzmán, cuya candidatura para la Presidencia de la República suscitó grandes movilizaciones a escala nacional. Formados dentro del PRI, los líderes henriquistas que rompiendo filas con el partido oficial formaron la Federación de Partidos del Pueblo Mexicano (FPPM) prometieron un retorno a la política cardenista. Con este discurso lograron especial simpatía en el campo, una popularidad a la cual el Estado respondió con represión.

Los jaramillistas vivieron esta represión en carne propia. Los participantes en sus mítines fueron detenidos, las oficinas del PAOM saqueadas y los cuerpos sin vida de sus militantes empezaron a aparecer en las orillas de las carreteras. Un delegado del PAOM recuerda como, por “la situación que prevalecía de persecución, andábamos como Juárez, con la presidencia por dondequiera.”

La represión se generalizaría a escala nacional. En los días posteriores a las elecciones, varias localidades estuvieron en virtual estado de sitio, y la manifestación convocada por Henríquez Guzmán en la Alameda Central, para protestar por el fraude, fue reprimida con un saldo de varios muertos, decenas de heridos y unos 500 encarcelados. Esta pequeña masacre, sin embargo, ha desaparecido casi por completo de nuestra historia contemporánea.

La represión de 1952 da inicio a otro periodo de clandestinidad para los jaramillistas. Aun así, muestran su voluntad de participar dentro de la vía legal y Jaramillo acepta la amnistía de López Mateos. La reunión terminó con un abrazo, que luego sería recordado como “el abrazo de Judas”, ya que el hostigamiento gubernamental se inició casi de inmediato. Cuando los jaramillistas, después de obtener la autorización del Departamento Agrario, empezaron a colonizar los llanos de Michapa y Guarín, fueron despojados por el Ejército. Poco después, el 23 de mayo de 1962, un destacamento militar llegó a la casa de Jaramillo, en Tlaquiltenango, y lo secuestró junto con su mujer y sus tres hijos. Unas horas más tarde, los cuerpos de la familia entera fueron hallados en las afueras de Xochicalco. Todos con tiro de gracia.

Una de las características más sobresalientes del movimiento jaramillista fue su alternancia entre la vía legal y la vía armada, una muestra de sus orígenes en el zapatismo revolucionario y su integración a la política agrarista del cardenismo. En las casi dos décadas y media que duró el movimiento, estas dos tendencias coexistieron. Pero el jaramillismo se fue radicalizando a medida que el Estado cerró la opción legal no sólo con el uso de la represión, sino con una política que cada año hace la existencia campesina más precaria.

La lucha jaramillista ha dejado un rico legado histórico: la persistencia del zapatismo en Morelos, la atención a los grupos populares que dio el cardenismo y el punto de transición entre el agrarismo de la Revolución y las guerrillas que surgieron a partir de los 60. Para los grupos armados es un referente de la suerte que corren aquéllos que confían en la palabra del gobierno sin tomar las sufiecientes precauciones. No sorprende que, entre las guerrillas que surgieron en las décadas posteriores, las iniciativas de diálogo ofrecidas por el gobierno federal sean vista con desconfianza.

Emiliano Zapata

 

VII

Carlos Fuentes describió los asesinatos en la revista Siempre!

“Los bajan a empujones, Jaramillo no se contiene: es un león de campo, es te hombre de rostro surcado, bigote gris, ojos brillantes y maliciosos, boca firme, sombrero de petate, chamarra de mezclilla, se arroja contra la partida de asesinos; defiende a su mujer, a sus hijos, al niño por nacer; a culatazos lo derrumban, le saltan un ojo. Disparan las subametralladoras Thompson. Epifania se arroja contra los asesinos; le desgarran el rebozo, el vestido, la tiran sobre las piedras. Filemón los injuria; vuelven a disparar las submetralladoras y Filemón se dobla, cae junto a su madre encinta, sobre las piedras, aún vivo, le abren la boca, toman puños de tierra, le separan los dientes, le llenan la boca de tierra entre carcajadas. Ahora todo es más rápido: caen Ricardo y Enrique acribillados; las subametralladoras escupen sobre los cinco cuerpos acribillados. La partida espera el fin de los estertores. Se prolongan. Se acercan con las pistolas en la mano a las frentes de la mujer y los cuatro hombres. Disparan el tiro de gracia. Otra vez el silencio en Xochicalco.”

Rubén Jaramillo

ENLACES DE LOS CÓDIGOS QR EN XOCHICALCO

 

1.- CNDH: El asesinato de Rubén Jaramillo

https://www.cndh.org.mx/noticia/asesinato-de-ruben-jaramillo-militar-politico-revolucionario-y-guerrillero-mexicano-de

2.- Foro Rubén Jaramillo Tanalis Padilla

https://www.youtube.com/watch?v=C1kfNaWXe2E

3.- Fritz Glockner: Rubén Jaramillo

https://www.youtube.com/watch?v=CXOzAE74Sfg


4.- Alfredo López Casanova: Pequeño relato

https://polemon.mx/pequena-historia-sobre-ruben-jaramillo/


5.- Documental: Rubén Jaramillo a la sombra de Zapata

https://www.youtube.com/watch?v=B4Jvoxrymwk


6.- José de Molina canción a Rubén Jaramillo

https://www.youtube.com/watch?v=bypA13jpr-w


7.- La historia de un guerrillero Jaramillista Félix Serdán Nájera - Ricardo Montejano

https://www.youtube.com/watch?v=-Q8FqBqBzd8


8.- La guerrilla en México: Jaramillo el pionero y Madera rebelde

https://www.youtube.com/watch?v=4YIUo3OcZlQ


9.- Movimiento Jaramillista con María Magdalena Pérez Alfaro

https://www.youtube.com/watch?v=fYiJBF9R3gw


10.-El Mayor Felix Serdán por Luis Hernández Navarro

https://www.jornada.com.mx/2015/02/24/opinion/019a2pol

11.- Luis Hernández Navarro

Mónico Rodríguez, la estirpe de los indómitos

https://www.jornada.com.mx/2008/12/09/index.php?section=politica&article=021a1pol


12.- Vicente Estrada y el sello de Ayotzinapa

Luis Hernández Navarro


https://www.jornada.com.mx/2015/03/10/opinion/017a2pol


13.- Desinformememonos

https://desinformemonos.org/el-libro-felix-serdan-najera-memorias-de-un-guerrillero-jaramillista-camina-por-las-luchas-actuales-de-morelos/


14.- Daliri

https://piedepagina.mx/ruben-jaramillo-en-los-ojos-de-felix-serdan/


15.- Enrique Avila Carrillo: El Jaramillismo

https://drive.google.com/file/d/1veXU44VueCLKGP42t9DMOOyeiwJfMYVh/view?usp=sharing


16.- Gerardo Pelaez: La muerte de Rubén Jaramillo

https://drive.google.com/file/d/1DEBHih62NEldJQjTyYfrC_YyzdJm4vKi/view?usp=sharing


17.- Diego Prieto: La Muerte de Rubén Jaramillo

https://drive.google.com/file/d/1AvIXHBczyQXpv9we_LFvKvL8xJwM_e9I/view?usp=sharing


18.- Carlos Montemayor: La violencia de estado en México

https://drive.google.com/file/d/1T5qk8V3fjD6V9X-MZaqAvjZwpsn2IvGm/view?usp=sharing


19.- Oración Fúnebre para Rubén Jaramillo

https://drive.google.com/file/d/1CC2DItMa54WBQeyePkoUbEMJFgHDx9Yk/view?usp=sharing


20.- Poemario: Muerte y resurrección de Rubén Jaramillo:

https://drive.google.com/file/d/1QY3FVEW-ojbflNFoMqsI_igEkCYkbQDQ/view?usp=sharingb


21.- Renato Ravelo: Los Jaramillistas:

https://drive.google.com/file/d/1zOehiXBs97OM5uTlibX1ypb6GCaG8SIU/view?usp=sharing


22.- Revista Política: El asesinato de Rubén Jaramillo:

https://drive.google.com/file/d/1_3gga4jxbuqgj_TEe6OvmQKlTJa5ABNq/view?usp=sharing


23.- Alberto Híjar: Rubén Jaramillo:

https://drive.google.com/file/d/1cUceueUh39m0zjzmCMype5fVOrvv8KXq/view?usp=sharing


24.- Tesis de María Magdalena Perez Alfaro sobre la muerte de Rubén Jaramillo:

https://drive.google.com/file/d/1zAMsuXr0xalba48PoMCCqerPWPungMtB/view?usp=sharing


25.- Diversos textos sobre Rubén Jaramillo:

https://drive.google.com/file/d/1vg46XbQtOp2Bba1nk8yde3pyU16hINaI/view?usp=sharing


26.- Operacion Cossroads (Pruebas nucleares en las islas Bikini en 1946):

https://www.youtube.com/watch?v=2HkLZekOZLU


  • Faltantes:

27.- Xochicalco

28.- Visita Kennedy